Nuestra Directora: «Cuando los VIP duermen en VIP»

Por: Yolanda Reyes

Estas páginas están abiertas al debate, a la reflexión y al intercambio. Todas las escrituras son bienvenidas.

En su columna para El Tiempo de hoy, lunes 13 de mayo de 2013, Yolanda Reyes escribió:

Política experiencial
Cuando los VIP duermen en VIP

“Disfrute día a día los eventos a los que asiste el jet set”, se lee en la revista Jet Set, lo cual indica que su “público objetivo” es diferente al que sale en las fotos. Obvio: de lo contrario quebraría, pues esas mismas caras difícilmente podrían sostener una revista. La idea es mantener esa escisión entre los pocos que disfrutan los eventos y la gran mayoría, cuyo disfrute consiste en admirarlos. No hay nada nuevo en esa forma de voyerismo y de inmovilidad social de la que se lucran las revistas de su estilo.

Lo que sí es nuevo –o no, en el fondo tampoco– es esa movilidad a la inversa, esa nueva moda de política experiencial que abrió una puerta de vaivén para organizar pijamas o after  parties en urbanizaciones VIP, después de las parrandas, como lo hicieron el presidente y su ministro de vivienda. “De parranda en Valledupar”, decía el titular de Jet Set para mostrar las fotos de ese anacronismo llamado página social, y salían los mismos  Very Important People-VIP, con sus carteras, sus corrillos y su whisky. “Después de una parranda en las afueras, el ministro Vargas Lleras también durmió en una de las viviendas que donó el gobierno central”, informó la revista. (Ajá: “donó”. El resaltado es mío).

Además de mostrarnos lo que hacen las palabras –por ejemplo, convertir en donación del “gobierno central” la obligación de solucionar el problema de vivienda de los desplazados con los impuestos que pagamos–, la frase jetsetera sirve para calcular el tiempo que pasó Vargas en su Vivienda de Interés Prioritario-VIP, después de la parranda. Santos, en cambio, según nos  “informaron”, inauguró el Festival de la Leyenda Vallenata y a las 11:30 se fue a dormir a la urbanización Nando Marín para “verificar la calidad de las estructuras y asegurarse de que los beneficiados podrían habitar un lugar digno y de calidad”. Afortunadamente aún no habían entregado las viviendas porque la comitiva presidencial y su operativo de seguridad necesitaron usar 30.

Por supuesto, la foto de Santos en calzoncillos que vimos en el diario es tan patética que ni siquiera valdría la pena comentarla. Sin embargo, hay algo en la leyenda vallenata inventada por sus asesores para acercarlo  al “pueblo colombiano” que resulta, además de oportunista y demagógico, profundamente irrespetuoso. Porque es una actualización de la vieja  costumbre de ver la pobreza como un parque temático al que van los VIP, no solo para tomarse fotos, como han hecho siempre los políticos, sino también para “vivir experiencias,” según se dice ahora, a costa de subestimar y aprovecharse de la adversidad de otros.

Como quien participa en un reality o toma cursos de liderazgo empresarial en parajes extremos, bajo la discreta vigilancia de los equipos de seguridad, el presidente y el ministro pasaron un rato en “Donde duermen los pobres”, pero eso no significa buscar la calidad de las viviendas ni reconocer la dignidad de sus moradores. Y no me refiero únicamente al hecho de que no hayan sentido el bullicio que atravesará las delgadas paredes o a que no hayan vivido el posible hacinamiento que enfrentarán las familias numerosas, ni tampoco a los dramas asociados al desplazamiento que no son para fotografiar, sino  a dos sencillos datos que marcan la irreconciliable diferencia: el carácter definitivo –o provisional– de la experiencia y la posibilidad para elegir –o no– donde vivir las siguientes experiencias.

Pese a la buena intención del presidente de hacer interventoría directa a las viviendas, su trayectoria no le alcanzó para detectar problemas estructurales. Porque lo grave no es que el interruptor de luz esté al revés, como le reclamó al ministro, sino que  la puerta de vaivén pueda abrirse únicamente para un lado.

Yolanda Reyes