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En su columna para El Tiempo del lunes 5 de septiembre, Yolanda Reyes escribió una carta abierta al presidente:
¿Ser niño está de moda?
Señor Presidente: mientras le escribo, recuerdo el lanzamiento de la estrategia “De cero a siempre” que usted presentó junto a su esposa en febrero de este año, con la presencia de James Heckman, el Nobel de Economía. “Ser niño está de moda”, ¿le suena la canción que se estrenó frente a los ministros, los altos funcionarios, el cuerpo diplomático y las instituciones comprometidas con la infancia? Yo no olvido sus palabras ni sus gestos de asentimiento durante la exposición de Heckman. Por eso le escribo.
La tesis de Heckman puede sintetizarse en las palabras que ahora ha retomado, sin darle créditos, la campaña publicitaria “De Cero a Siempre”: todos los niños nacen en condiciones similares y la primera infancia los discrimina para siempre. Aunque no se necesita ser Nobel para constatar su aterradora verdad en el caso colombiano, fue esperanzador que un presidente –y no solo la Primera Dama, como sucedía antes– se comprometiera a cerrar la brecha que se instaura desde los primeros años de vida.
Desde esa fecha era clara la urgencia de repensar el sistema de Hogares Comunitarios del ICBF, que son un pilar de la política de atención integral a la primera infancia, para garantizar condiciones reales de equidad a los niños más vulnerables. Algunos funcionarios vinculados a la política social se preguntaban por la idoneidad de la directora de ICBF, ratificada del gobierno anterior, y sé que usted y su esposa están al tanto. Sin embargo, aún no se conocían los recientes informes de la Procuraduría y la Contraloría, los contratos con empresas de los Nule para la interventoría de la Bienestarina ni los escándalos de Alma Máter y los hermanos Del Castillo. Si recibe El Espectador y Semana en Palacio, quizás ha leído los informes. ¡Frutiño por Bienestarina: en otro país habría sido un escándalo!
No puede ser que usted siga sin acusar recibo y que no se haya pronunciado frente a las acusaciones que hizo su admirado columnista Daniel Coronell sobre la concentración de madres comunitarias en El Campín, al cierre de su campaña presidencial. ¿Es cierto que se rifó una casa entre las asistentes? Usted sabe cuántas madres comunitarias hay en Colombia, conoce su fuerza electoral y el billonario presupuesto que maneja ICBF. Si calla, otorgará razón a los secretos a voces que circulan, incluso en pasillos oficiales: que usted tiene una deuda con la directora de ICBF, que no la moverá hasta después de las elecciones de octubre y que hay pesos pesados que la protegen. ¿Quién, quiénes, Presidente?
Me niego a creer esos rumores que no solo afectan el trabajo comprometido de muchas madres comunitarias y la credibilidad de los actuales programas estatales dirigidos a la infancia, sino que generan dudas sobre su voluntad expresa de luchar contra la corrupción. Entiendo que respete la presunción de inocencia y que delegue las decisiones judiciales en las autoridades competentes, pero hay una responsabilidad política que le compete. Así como cambió a su Ministro de Defensa por cuestionamientos relacionados con la seguridad nacional, la seguridad alimentaria y los derechos de la población más vulnerable ameritan pedir la renuncia en un cargo de libre nombramiento, que requiere de incuestionable liderazgo.
En su visita a Colombia, el ex presidente Lula nos recordó que los niños no reclaman sus derechos: solo lloran. Quizás por ello, la infancia no le importa a la opinión. Pero usted sabe que el mandato constitucional le exige poner en primer lugar los derechos de los niños. La respuesta que usted le dé al país definirá si la primera infancia simplemente está de moda, como dice el comercial, o si es una prioridad de su gobierno.
Espero –esperamos, en plural intencional, pues somos muchos los interesados– que la deuda con la infancia pese más en su balanza.
Yolanda Reyes