Nuestra Directora: «La eterna segregación»

Por: Yolanda Reyes

Estas páginas están abiertas al debate, a la reflexión y al intercambio. Todas las escrituras son bienvenidas.

En su columna para El Tiempo de hoy, lunes 22 de julio de 2013, Yolanda Reyes escribió:

¿La nueva generación?
La eterna segregación

Con el título de “la nueva generación”, el número 261 de la revista Jet Set hizo un recuento de los colombianos menores de treinta años que “manejarán” el país durante los siguientes treinta años o hasta cuando tengan a bien reproducirse, para dejarlo en manos de sus vástagos. Ustedes se preguntarán por qué le doy importancia a esas revistas y quizás tengan razón: suele suceder que las llamadas “mejores familias” alimenten los sueños de la clase media en muchos países y, de paso, enriquezcan ciertos bolsillos, como nos lo ha enseñado Hola de España.

El problema, sin embargo, es de contexto. Porque si el príncipe Harry de Inglaterra se casa con una plebeya y ella monta una tienda de zapatos o una fundación para niños descalzos y se hace famosa o millonaria, en Inglaterra también hay miles de jóvenes plebeyas que pueden optar por construir o arriesgar otros proyectos de vida. Estoy hablando, para que se entienda, de ser joven y de tener la idea de que un camino se construye con esfuerzo y con tiempo de trabajo, no que se hereda. Estoy hablando de equidad de oportunidades, para situarnos en el contexto colombiano.

En ese sentido, me resultó indignante –y provinciano– leer en Jet Set que Santiago Santos, “el hijo de Rafael Santos, cree en los santos”, (¿a quién puede importarle?); que Sabina Nicholls, la esposa de Santiago Pastrana, (hijo de Andrés y nieto de Misael) “trabaja por el país” y asesora al Centro de Pensamiento sobre Trata de Personas adscrito a la fundación de su bisabuelo, Mariano Ospina Pérez; que Daniela Benedetti, fotógrafa en París, es “descendiente de una de las dinastías políticas más influyentes de la costa”; que el soldado Esteban Santos es hijo de su padre, el presidente; que Margarita Amín tiene un centro de yoga, pero que su esposo es Simón Gaviria (¿qué le suma ese parentesco a su ejercicio?); que Julio Mario Santodomingo III, nieto de Julio Mario Santodomingo I, fundó su propio sello discográfico; que Emilio Sánchez, hijo de Jaime Sánchez Cristo, nieto de Julio Sánchez Vanegas y sobrinito de “Julito” es muy original pues también trabaja en medios de comunicación y que el concepto de los delfines no es privativo de las castas políticas  –los Serpas, los Turbay, los Gavirias, los Pastranas, los Morenos–  sino que se aplica a todas las artes y oficios, si se cumple el requisito de ser “gente conocida”, como se sigue diciendo aquí en Colombia.

Ustedes dirán que el hecho de provenir de “familias conocidas” –además de ser blancos, lindos, de buen colegio privado y del centro del país o del poder–  es, justamente, lo que los acredita para salir en una revista con el nombre de Jet Set. Sin embargo, ahí también está el drama  de esos jóvenes que son ninguneados en sus esfuerzos personales y a quienes tampoco se les valora esa potencia educadora del ambiente familiar: la de partir de un legado cultural o de unas aficiones compartidas y disfrutadas con los padres para construir la propia historia, que es un concepto tan distinto al de ser simplemente “el hijo de” o “la esposa de”, como si viviéramos aún (quizás sí) en un reino hereditario.

Sigo los incidentes del Catatumbo, leo las declaraciones de la Alta Comisionada de la ONU para los Derechos Humanos sobre nuestras grandes disparidades en materia de derechos económicos, sociales y culturales, pienso en los jóvenes reclutados por grupos armados ilegales y en las brechas educativas que no podrán zanjarse solamente con mejorar la infraestructura o la cobertura, y no puedo evitar relacionar todo eso con la radiografía de país que muestra Jet Set. Parece que el título del especial de aniversario les quedó mal puesto y que no debería llamarse “La nueva generación” sino la “La eterna segregación”.

Yolanda Reyes