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En su columna para El Tiempo del domingo 17 de abril, Yolanda Reyes escribió:
«‘Formulario, la foto, apostillas, reservas… seguro médico, tinto, tinto, asesorías’ cantan los pregoneros. En sus canastos sintéticos cargan termos de café y un sinnúmero de papeles que ayudan a entrar al cielo.
Aún no amanece, pero la fila para entrar al Consulado de España le da la vuelta a la esquina. Una mujer sesentona dice que llegó a la 1 de la mañana desde Barbosa; otra, con acento paisa, grita que se están colando y un hombre de rostro inescrutable que recuerda a El Padrino aguanta sus insultos.
Aunque ciertos servicios no se pregonan, es un secreto a voces que los tramitadores tienen un lucrativo negocio para vender buenos puestos en la cola de los 250 aspirantes a visa de turismo que cada mañana recibe el Consulado. Por ser temporada alta, la calle 94 A se ha valorizado casi como la Milla de Oro de Madrid y unos centímetros cuadrados se cotizan entre 60.000 y 100.000 pesos en el mercado negro callejero. Mientras más cerca se esté de la entrada, mayor será la tarifa, por no mencionar los primeros puestos que tienen un costo VIP.»
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