Nuestra Directora: El primer día de la creación

Por: Yolanda Reyes

Estas páginas están abiertas al debate, a la reflexión y al intercambio. Todas las escrituras son bienvenidas.

En su columna para El Tiempo del lunes 9 de enero, Yolanda Reyes escribió:

Bogotá Humana Ya, el lema del nuevo alcalde, funciona bien como eslogan, sobre todo en enero cuando volvemos a casa después de comer doce uvas y hacer los mismos viejos propósitos. ¿Qué significa ese “Ya” mayúsculo y cuándo es su fecha de inicio? ¿Podrá devolvérsele a Petro con la fuerza inversa del “Bogotá Positiva” que soñó el gobierno anterior?

El discurso de posesión de Petro me reafirmó la impresión de que él disfruta oyéndose hablar, como si se diera cuerda a sí mismo. El problema es que ahora afronta un cambio extremo de rol. Ya no es candidato eterno sino El Alcalde. Ya no está en el congreso ni le basta con un publíquese y cúmplase. Tampoco está en la oposición para hacer veeduría a proyectos ajenos. Ahora él es objeto de veeduría ciudadana y todo lo que proponga deberá traducirse en acciones concretas y paulatinas que involucran la idea de proceso y que es imposible ver YA.

Ya lo veremos mañana, cuando casi todos los carros, motos, buses y busetas hagan intransitables nuestras mismas viejas calles. Quizás no nos baste con recordar el falso dilema que planteó en su posesión: ¿qué es primero, el cemento por donde pasan los carros o el cerebro humano? ¿Será necesario elegir, como sugirió, entre la capacidad de moverse y la de pensar? ¿Encajará, dentro de la lógica inherente a su nuevo cargo, poner a escoger a los ciudadanos que viajan más de dos horas en cada trayecto al trabajo, si es más importante “dar leche y libros” y atención integral a la infancia o resolver los problemas de movilidad que le impiden a Bogotá ser una ciudad humana?

Resulta inevitable leer entre las líneas de su discurso un mesianismo que recuerda al Petro candidato, cuando pontificaba sin conocimiento específico sobre revolución educativa, infancia o rutas de metro. “Romperé la brecha educativa en la primera infancia, estimulando la educación preescolar para la población de bajos ingresos, ampliando cobertura de guarderías y jardines para estratos 1,2 y 3 y combinando el trabajo de madres comunitarias con el de profesionales en la estimulación temprana y el desarrollo de habilidades cognitivas en matemáticas, lenguaje y bilingüismo”, propuso, con total desconocimiento del proceso que venía liderando Bogotá y que ha inspirado también al gobierno nacional para dejar de delegar la primera infancia en madres comunitarias y crear lineamientos curriculares centrados en el juego, el arte, la literatura y el desarrollo infantil, en vez del bilingüismo o de las competencias escolares precoces.

“Introduciré las guías educativas y el Libro del Saber para cada uno de los once grados educativos elaborados por docentes especializados en las áreas de matemáticas, sociales, idiomas y ciencias naturales en impresión digital y gratuita, eliminando los útiles inútiles a los estratos 1, 2 y 3”, fue otra propuesta de campaña que en este país no lector nadie leyó. Su argumento descansaba en una premisa demagógica: dado que los editores se lucraban a costa de los más pobres, la solución era hacer libros  “especiales” para estratos 1, 2 y 3. ¿A qué costo? ¿Con autores del tipo Alma Máter? ¿Acaso su idea de equidad educativa es que los niños lean textos según el estrato?

De eso no ha vuelto a hablar, como sucedió con su idea de desmontar el pico y placa, a la que ahora añadió la palabra “gradualmente”. Yo espero que su equipo lo vaya disuadiendo gradualmente de hablar sin saber. Mientras tanto, y como él mismo propuso, tenemos tres meses de cabildo abierto en los que será imprescindible la participación ciudadana, pero no para que millones de ciudadanos decidamos en dónde se construyen nuevos colegios, sino para sopesar qué prometió, qué va a cumplir, cómo y cuándo. El tiempo de las promesas se acabó YA.

Yolanda Reyes