Rima que arrima, un libro adorable

Por: Yolanda Reyes

Silvia Katz es artista plástica, docente y editora. En 1987, en Salta, Argentina, fundó el Taller Azul: «un espacio de arte para chicos con pajaritos en la cabeza». En Espantapájaros admiramos su trabajo y por eso cuando supimos que vendría a Colombia, se nos ocurrió aprovechar la oportunidad para invitarla a conversar con padres, maestros, promotores de lectura y otros adultos interesados en la educación y el arte.

Mañana, viernes 11 de septiembre, a las 5 de la tarde, será la presentación de Rima que arrima, uno de los libros que ha hecho con los niños del Taller Azul. Como dice Yolanda Reyes, directora de Espantapájaros y escritora, Rima que arrima es «un libro adorable, curioso, distinto a todos los que he leído y lleno de una alegría contagiosa que invita a crear y a creer».

Rima que arrima: coplas, poemas, arrorroces y otros versos de los chicos del Taller Azul
Rima que arrima: coplas, poemas, arrorroces y otros versos de los chicos del Taller Azul

Estamos felices de presentarlo en Espantapájaros y nos encantaría que nos acompañaran. Compartimos con ustedes el prólogo del libro, escrito por Yolanda Reyes, y algunas imágenes, para que desde ya se acerquen al trabajo de Katz y se animen a venir mañana.

Prólogo

“Yo vivo en un pueblito que está hecho de papel.

El mar es de arcilla y mi corazón también”.

Cuando Silvia Katz estaba cerrando la edición del libro, se encontró con este poema de su alumna Oriana, como una joya. “Por esas cosas es que vale la pena”, me escribió, y yo me la imaginé allá, en esa casa maravillosa de Salta donde cuentan que cuelgan poemas de los árboles y que se escuchan ecos de risas y de cantos de los niños, descubriendo más y más tesoros: papelitos enrollados, mares de arcilla, autorretratos nuevos, algún collage escondido y muchas palabras que susurran. Porque ella sabe que basta con abrir la puerta de la creación artística para que los niños salgan volando. Y aunque tiene claro que no siempre resulta fácil y que, pese a ser divertido, es un trabajo muy serio, sabe también que, una vez que sucede, ya nada los detiene.

Digo abrir la puerta, como dice esa ronda que cantábamos –y que cantan los niños de nuestros países todavía–: “que sepa abrir la puerta para ir a jugar”, pues ese es un saber indispensable en todas las infancias para ingresar a los mundos posibles del arte y pasar largas temporadas viviendo en esos “pueblitos hechos de papel”. Por supuesto, jugar es algo que todos los niños y las niñas saben y es cierto también, como afirma Silvia, que sus alumnos tienen aún frescos los ecos de las canciones de cuna, que todavía cantan cuando juegan o dibujan y que, además, el folclore sigue vivo en el ADN de la gente grande y pequeña de Salta. Sin embargo, juntar todos esos saberes esenciales para la experiencia poética requiere de una atmósfera especial. Y esa atmósfera de encantamiento es la que se adivina detrás de cada página, de cada verso, de cada imagen del libro.

En este proyecto anual se han dado muchos encuentros. Algunos son más visibles y evidentes, como el encuentro de las escrituras con las imágenes, pero hay muchos otros que no se ven, como el de María Elena Walsh con Federico García Lorca y otros poetas y otros libros que cantan, de aquí y de allá. Y los poemas que nutrieron e inspiraron a los niños durante sus jornadas de trabajo creativo se encontraron con muchos libros sin páginas provenientes de la tradición oral de Salta y de otros lugares del mundo, con los arrullos recuperados de la memoria poética de los más pequeños y también con el azar, el absurdo y el disparate. Así, poco a poco, y por arte de magia, la alegría de inventar se fue enriqueciendo y necesitó salir de la casa y del jardín, y los niños se fueron a susurrar poemas a los vecinos del barrio y, luego, a la plaza central de Salta y fueron atesorando dibujos y palabras en sus libretas personales, y en su corazón y en su memoria, hasta formar este libro que resonará en ellos toda la vida: de eso no cabe duda.

Se trata de un libro adorable, curioso, distinto a todos los que he leído y lleno de una alegría contagiosa que invita a crear y a creer. Espero que lo disfruten tanto como lo he disfrutado yo, que encuentren alguna canción de cuna perfecta para dormir a sus mascotas, que descubran cómo es de misterioso y de bello el mundo de los sueños y cómo son de porosas las fronteras entre la lectura y la escritura, entre el ojo, el oído, el corazón y la mano, y entre los distintos sentidos y las distintas experiencias artísticas. En suma, que sientan cómo late la vida en la poesía. Y viceversa.

Ojalá mientras van pasando las páginas puedan ver que no hay un retrato igual a otro ni una voz igual a otra y que en la punta de cada lápiz puede haber un mundo escondido. Basta con abrir la puerta y empezar a jugar y a encontrarse con otros para que “las palabras se quieran entre sí”, como dijo una niña de este mismo taller hace algunos años, en un diccionario, para definir el oficio del poeta.

Ese oficio comienza aquí y nos revela, en las creaciones de estos niños, el nacimiento renovado y fresco de la experiencia poética. ¡En mejores manos no podría estar!

Yolanda Reyes.

Bogotá, noviembre de 2014

"Ojalá mientras van pasando las páginas puedan ver que no hay un retrato igual a otro ni una voz igual a otra y que en la punta de cada lápiz puede haber un mundo escondido.."
«Ojalá mientras van pasando las páginas puedan ver que no hay un retrato igual a otro ni una voz igual a otra y que en la punta de cada lápiz puede haber un mundo escondido…»

La presentación del libro es mañana, viernes 11 de septiembre, a las 5:00 p.m., en Espantapájaros: Carrera 19 A # 104 A – 60. Entrada libre.

Más información: 2142363 / comunicacion@espantapajaros.com