La historia de los libros más mordidos

Por: Yolanda Reyes

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Parte I
Prohibido no tocar

 

 

«Comprar libros de la canasta de los más mordidos tiene sus ventajas. Por un lado, apoyas el derecho de los más pequeños a leer con todos los sentidos. Por otro lado, te llevas libros que han sido ‘probados’ por los lectores más sensibles. ¡Calidad garantizada!» 

Un letrero con estas palabras está puesto a la entrada de la librería Espantapájaros, especializada en literatura infantil, para animar a los adultos a valorar aquellos libros que han sido tocados por los niños y para sensibilizarlos sobre las diversas formas de leer que tienen los más pequeños: hojeando, probando, tocando, oliendo (¡y mordiendo!) los libros. 

Pero, además, el letrero ilustra la tensión entre dos formas de relacionarse con los libros: una es ponerlos «a salvo» del posible deterioro que puedan causar las manos pequeñas y otra es ponerlos al alcance de los niños y enseñarles que podemos cuidar los libros, como aprendemos a cuidar lo que más amamos.

LIBRERIA ESPANTAPAJAROS
Librería Espantapájaros, en la Carrera 19A # 104A – 60, Bogotá, Colombia.

En la biblioteca, en los salones del jardín infantil, en la librería, y, en general, en todos los espacios destinados a la formación de lectores, se pueden ver estanterías, baúles y canastos llenos de libros al alcance de los bebés, los niños y las niñas. Esto es el resultado de una decisión que ha tomado conscientemente el equipo: defender el derecho de los niños a leer desde siempre y a crecer rodeados de libros. No hay un solo título en Espantapájaros que no se pueda mirar, no hay cajas cerradas y, a diferencia de lo que sucede en algunas librerías de cadena, aquí no hay una sola persona, en toda la casa, que te regañe por quitarle el plástico a un libro para verlo por dentro. 

Todos los adultos cercanos a este proyecto cultural han aprendido que los niños dejan huellas en lo que leen y que, a la vez, lo que leen deja huellas psíquicas en ellos y vínculos afectivos que duran toda la vida.

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Parte II
Una canasta y una lista

 

Tenemos la canasta de «los más mordidos». Tenemos la lista de «los más mordidos»… y la sección de «los más mordidos». ¿Y de dónde salió la expresión? ¿Qué significa? Bueno, todo empezó al ver cómo elegían libros los bebés y los niños en los diversos programas de formación de lectores de Espantapájaros. Todos estos programas incluyen, como parte esencial, el préstamo domiciliario. Y desde hace varios años, el equipo de animación a la lectura ha visto a los niños deambular por las estanterías explorando, saboreando y mordiendo las páginas los libros para decidirse por alguno para llevar a casa.

Los libros tienen que salir de Espantapájaros y llegar hasta las casas de los niños.
Los libros tienen que salir de Espantapájaros y llegar hasta las casas de los niños.

Esos gestos hacen parte del proceso de selección y, como consecuencia, los libros más populares de la Bebeteca suelen tener marcas de dientes. Ahora bien, los mordiscos no son las únicas huellas, pues a medida que los niños crecen rodeados de libros y de voces adultas que los ayudan a dar palabras a sus sueños y a sus emociones, cada cual va formando su propio criterio y va aprendiendo, con una sabiduría asombrosa, a buscar los libros que su corazón le pide. Como en cualquier biblioteca pública, cada niño tiene una ficha de préstamo en donde están registrados los libros que ha llevado a su casa, las fechas en las que los eligió y los devolvió, y sus “firmas” –sus garabatos y sus huellas- que van quedando en las fichas como un acto ciudadano inicial: el de responder por los libros que llevan prestados.

Todos los semestres, a partir de esas fichas, el equipo de Espantapájaros reflexiona sobre el significado y la evolución de esas elecciones para seguir aprendiendo sobre las relaciones impredecibles, íntimas y muchas veces reiterativas que se establecen entre niños y libros. ¿Por qué un niño necesita llevar siempre el mismo libro y pedir sucesivas relecturas a sus padres? ¿Por qué los libros elegidos nos cuentan lo que muchas veces los niños no saben nombrar aún o no saben siquiera que les está sucediendo? ¿Por qué la literatura habla a los niños en un lenguaje cifrado y secreto y les permite tener profundas conversaciones sobre la vida? ¿Cuál es el lugar del adulto en este proceso? ¿Qué tanto debe intervenir, nutrir el gusto, pero también propiciar y respetar el criterio del lector?

Los mas mordidos
(Cada semestre se actualiza la lista de los libros más mordidos.)

Yolanda Reyes ha hablado de este tema en varios encuentros nacionales e internacionales sobre literatura infantil y formación de lectores. En julio de 2018, participó en las en las Jornadas de animación a la lectura, escritura y observación, JALEO, de Valencia (España). En sus talleres mostró la complejidad que hay detrás de las elecciones de los niños y la manera como no solo los niños leen libros, sino cómo también son los libros los que  “leen” a los niños. Ella dice que en este proceso, la mediación del adulto es muy importante. En palabras de Reyes, «en la medida en que los adultos ofrecemos buenos libros a los niños, en la medida en que les leemos, ellos van formando su propio criterio. Un niño que ha sido nutrido con literatura aprende a buscar en la literatura lo que necesita para conversar con los adultos y también consigo mismo.»

Eso es dar de leer: sacar los libros de las vitrinas, ponerlos al alcance de los niños, acompañarlos a descubrirlos y “leer” quiénes son, mientras compartimos el lenguaje cifrado de una historia.

Y para quienes se preocupan por los libros, tenemos buenas noticias. Mientras avanzamos en la investigación sobre los más mordidos, también hemos descubierto que los bebés, los niños y las niñas que crecen rodeados de buena literatura, que tienen cerca adultos que los acompañan a leer, y que pasean por las bibliotecas y las librerías probando todo lo que encuentran a su paso, no tardan en aprender a cuidar los libros: a leerlos con cuidado, a pegar las solapas que se les han caído, a coser los lomos que se han descosido, a limpiarlos, a compartirlos con otros y a ponerlos en su lugar, que no es otro que el lugar donde los puedan encontrar los próximos que los quieran leer. 

En Espantapájaros los libros duran muchos años. Y los libros más mordidos también son los libros que han sido reparados con más amor. 

Artículo de Isabel Calderón Reyes

@isabelnoisabela