El libro Diseño de ambientes para el juego: práctica y reflexión en Educación Inicial, de Sandra Marcela Durán Chiappe y María Consuelo Martín Cardinal, es el resultado de un proyecto muy interesante con docentes del Colegio Rosario de Santo Domingo de Bogotá, que nos da numerosas pistas sobre cómo adaptar los diferentes ambientes para el juego en los espacios de la educación inicial.
Durán Chiappe y Martín Cardinal parten de sus motivaciones para ser maestras y de cómo esa construcción interna las llevó a centrarse en el fortalecimiento del desarrollo integral de los niños y en la forma como los entornos ejercen una fuerte influencia sobre ellos. Asimismo, hacen énfasis en la importancia de conocer la institución donde se trabaja y sus diversas apuestas para poder evidenciar “maneras de ser y de estar”, adecuando así rincones como el juego, la construcción, las mesas, la biblioteca, entre otros.
De acuerdo con este libro, es esencial la intervención constante del maestro para reacomodar los ambientes en función de las necesidades que se presenten dentro del aula de clase. A su vez, es muy interesante ver cómo varios de estos espacios les dan amplia libertad a los niños para que sean ellos mismos quienes decidan de qué forma se apropian de lugares que les pertenecen y que van acomodando según determinados parámetros propios de su edad. Se da aquí lo que las autoras llaman: “encuentro con-sentido”, en paralelo con la idea de la escuela vista como un organismo vivo, sobre la cual Javier Abad -educador y artista plástico- ha propuesto que se tengan en cuenta ocho factores esenciales: ósmosis, habitabilidad, identidad, relación, constructividad, polisensorialidad, epigénesis y narración.
Este libro nos recuerda cómo el diseño de ambientes para el juego es un proyecto educativo y estético que transforma la práctica docente, pues promueve una reflexión constante que no es más que “un espejo: un proceso sobre sí mismo”.
Esta investigación llevará a los maestros y a las maestras a repensar los ambientes que proponen día a día, pues luego de leer a Durán y a Martín se comprende que los ambientes son “un dispositivo fundamental para la construcción de conocimientos”. El libro también incentiva un trabajo en equipo que permite poner los saberes a conversar y modificar el orden en las prácticas cotidianas. El espacio no es más que esa “seducción- estética” a la que es indispensable conferirle un sentido, cuyos contextos de juego posibilitan el desarrollo de múltiples dimensiones en la educación inicial.
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