Reseña de Daniela Caicedo
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Las primeras historias se construyen en la infancia, allí es donde quedan los primeros días de colegio, los amigos del jardín y, por supuesto, esas maestras y maestros a los que tanto llegamos a querer.
Cómo funciona la maestra es un libro que habla de ellas, de las maestras, de esos seres que aunque el primer día de colegio parecieron extraños y sospechosos, llegó el momento en que se hicieron familiares y entrañables.
Este libro-álbum, escrito por Susanna Mattiangeli e ilustrado por Chiara Carrer, logra transportarnos a esos días en los que salir de casa era extraño, pero era más raro aun encontrarnos con esos personajes que, como dice el libro, nos hablaban “separando bien las sí-la-bas o en voz baja o GRITANDO”. Así es como, a través de una narración poética y su complemento contundente en la imagen, el libro logra dibujarnos con tanta precisión a las maestras: por dentro, por fuera, por delante, por detrás…
Gracias a libros como este podemos poner en duda las teorías que dicen que nuestros primeros recuerdos se borran antes de los 7 años. Es innegable que las maestras no nos olvidan y (¡claro!) nosotros tampoco las olvidamos a ellas. Al recordarlas podemos construir puentes hacia nuestra infancia.
Mi maestra favorita del libro es la que tiene todo dentro: “los números, las tablas. los ríos, los montes, el reloj, los cinco sentidos y el hombre primitivo”, quizás porque me recuerda a mi profesora de sociales con la que aprendí a dibujar el mapa de Colombia y a trazar por dónde va el Magdalena. Y digo que es mi favorita porque sé que no necesariamente es la mejor del libro. Si me sentara con cuatro personas más, tendríamos 4 preferidas distintas pues como decía, esas maestras acaban por ser puentes personales, ‘largos, cortos, gruesos, finos, pequeños, o muy grandes’, así como la maestra que recuerda cada uno.
Al final de la historia, comprobamos que la memoria le puede ganar en ocasiones a la ciencia, y que, aunque en un momento las maestras se vuelvan maestras de otros, “cuando sea necesario reencontrar una poesía, un lago, o una vieja historia escuchada en clase, basta buscar bien, y a final vendrán todos juntos, como los había puesto la maestra, los más pequeños sentados adelante y los más altos detrás, de pie”.
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Con esta reseña queremos agradecer a esas maestras que perpetúan nuestra memoria de la infancia y, sobre todo, al equipo de profesoras y auxiliares de Espantapájaros porque, con seguridad, su labor diaria será parte de los recuerdos más bonitos de todos nuestros alumnos. ¡Feliz día!