El viernes pasado tuvimos el privilegio de recibir en Espantapájaros al autor italiano Nuccio Ordine, uno de los invitados a la Feria del Libro. En el mismo lugar donde antes habían estado los niños, probando libros a su manera –a sus mil maneras–, habló de ‘La utilidad de lo inútil’, su manifiesto traducido a veinte lenguas, que es una defensa de los saberes humanísticos y, en general, de los saberes sin finalidad utilitaria.
Quizás esa cercanía entre los incesantes “porqués” de los niños y la pasión por conocer, como un fin en sí mismo, ayude a responder la pregunta que algunos se hicieron: ¿por qué llevar a un profesor invitado de Yale, Harvard y la Sorbona, entre muchas otras universidades, a una pequeña institución especializada en literatura e infancia? A Ordine, en cambio, ese lugar en donde se descubren las primeras páginas de la vida no le resultaba extraño.
Según relata en ‘Clásicos para la vida’, el nuevo libro que trajo a FilBo, todos los lunes, desde hace quince años, dedica media hora en su cátedra universitaria “a la libre lectura de pasajes de escritores, filósofos, artistas o científicos”. Sin relación aparente con sus cursos, y sin calificar, obviamente, el profesor Ordine lee a sus alumnos citas de obras de su biblioteca ideal, “por el placer que producen en sí mismas y para tratar de entendernos y de entender el mundo que nos rodea”. Sus clases se llenan de un público heterogéneo que, por lo general, termina leyendo los libros completos y haciéndose nuevas preguntas que conducen de un libro a otro y a otro…
El autor comenzó su charla refiriéndose al sentido que tenía para él estar en una de esas pequeñas librerías, atendidas por personas que dan de leer los libros que aman, y lamentó el fenómeno global que ha conducido a la extinción de las librerías independientes y a su reemplazo por grandes cadenas, y que hace parte de ese “delirio de omnipotencia del dinero” que ha convertido la educación y la cultura en mercancías. Cada vez que se cierra una librería se cierra una ventana para mirar el mundo, dijo, y sus palabras resonaron como un homenaje a esos oficios que hoy, 23 de abril, celebramos.
Como si fuera una ‘hora del cuento’, Ordine nos leyó la carta que le escribió Albert Camus, cuando ganó el Premio Nobel, a su profesor de Argel para darle las gracias por haberle cambiado la vida y recordó “ese pequeño milagro que se repite cada día en cada escuela de cada país”, gracias a los buenos profesores. Luego retomó el fragmento de los pescaditos de oro que fabricaba el coronel Aureliano Buendía para cambiar por monedas de oro, que luego fundía para fabricar más pescaditos de oro, en ese círculo “inútil”, y pasó a Cavafis, al viaje por el viaje, y siguió hilando las páginas de sus libros con los libros de los otros y, con nosotros, y casi al final de la sesión pidió que buscáramos ‘El Principito’, de Saint-Exupéry, entre los anaqueles de la librería, y leyó la conversación entre el zorro y el Principito sobre el significado de ‘domesticar’, en la acepción de hacer vínculos y de crear esos rituales que le dan sentido a la vida y que hacen un día distinto del otro.
Y ahí estuvimos en vilo, escuchando a ese viajero que vino desde muy lejos a ratificar el sentido de ese viejo ritual, anclado en la infancia de la humanidad: la generosidad de alguien que nos lee y nos abre el mundo, y nos enseña que el conocimiento no puede comprarse por ningún precio y que requiere “lentitud, reflexión, silencio y recogimiento”. Y no encuentro un ejemplo más hermoso que el del profesor Ordine para desear un feliz día a tantas personas que trabajan a diario para hacer que los libros lleguen a los lectores y ratifiquen esa utilidad de lo inútil, que a veces cambia la vida.
YOLANDA REYES
Los asistentes a la charla quedaron encantados con la oportunidad de escuchar a Ordine.
Andrés Arroyave padre de Lorenzo Arroyave, uno de los niños de nuestro jardín nos escribió al día siguiente:
Este es un pequeño mensaje de agradecimiento para todo el equipo que trabaja en el jardín y especialmente para su directora: Yolanda Reyes, quien ayer nuevamente nos demostró por qué Espantapájaros es único y absolutamente mágico. Gracias por la invitación a conversar con Nuccio quien logró, con sus palabras, estremecer a todo el auditorio especialmente a quienes nos preocupan los temas educativos del país.
Un abrazo y muchas gracias.
A.A