Rompecabezas, de María Fernanda Maquieira

Por: Yolanda Reyes

Reseña de Leila Reyes

Quizás haya pocos nombres tan sencillos y a la vez tan complejos para un libro como este, Rompecabezas. Quizás pasemos nuestras vidas intentando encajar piezas para darles algún sentido, buscando la ruta indicada: por la que nos guíe fuertemente el corazón, la cabeza y una pizca la intuición. O no. Quizás sea al revés y nos guste más un rompecabezas desarmado que podamos reorganizar continuamente.

Rompecabezas

El relato que nos propone María Fernanda Maquieira, autora de Rompecabezas, es fuerte desde el título, así como lo es la historia: desde el inicio hasta el final. La autora argentina nos narra los encuentros, las ilusiones y los pensamientos de Mora, una niña atrapada en el inicio de la adolescencia y, por ende, en medio de múltiples descubrimientos sobre la vida y sobre ella misma. Son los tiempos de la dictadura argentina y Mora vive con su abuela y una gata en Buenos Aires. Escribe poemas, pensamientos y listas en una libreta que siempre tiene cerca. 

Si algo cautiva en la lectura es el hecho de que se delinee tan claramente esa “voz de adentro”, aquella desde donde Mora palpa claramente el mundo que la rodea. Con la forma como está escrito el libro, los lectores nos vamos adentrando en su interior de una forma subjetiva y veraz; nos cruzamos con sus amigas, las Chicas de Siberia; con su primo Juan, al que adora, y con Dani, ese primer espejismo del amor encarnado en un adolescente amante del rock. En el rompecabezas de Mora cobran importancia las cosas cotidianas: el grupo de amigos cercanos, las «leyendas» con las que todos crecimos, el colegio, en el que a veces se sueña con alguna historia romántica y otras veces, se disecciona una rana, tal y como lo hacen las Chicas Fantasma aquel día “de estupor y vómito”…

Rompecabezas es un libro llamativo y lo es por el hecho de que hay una profundidad dolorosa a la cual Mora, a sus once años, se debe enfrentar. Es así como la protagonista de esta historia forma un carácter que se debate entre la madurez y ese toque naíf que nos permite ver desde nuestra propia perspectiva el mundo adulto, con sus ausencias, secretos y dolores. De Mora sabemos que no vive con su padre y su madre, así como intuimos que la ausencia puede estar ligada a un rastro de la guerra…

“Como si la ausencia de padre y madre fuera una mancha con tinta indeleble, una especie de daño irreparable, un rompecabezas al que le faltan las piezas”

Esta lectura de Maquieira es visceral, llena de estruendosas y deliciosas piezas en las que seguro cualquiera de nosotros se puede sentir identificado, en una u otra situación. Y es que es ahí, precisamente, es donde radica uno de los enormes poderes de la buena literatura: en la posibilidad de encontrarnos en las historias.