Desde Argentina, María Fernanda Maquieira contestó nuestras preguntas

Por: Yolanda Reyes

En Espantapájaros celebramos la publicación de Rompecabezas, el primer libro de la argentina María Fernanda Maquieira, editora y autora de literatura infantil y juvenil. Como saben nuestros seguidores, María Fernanda vino a Colombia para participar en la Feria Internacional del Libro de Bogotá #FILBo2016 y nos visitó en Espantapájaros.

tapa rompecabezas

Leila Reyes, del equipo de Espantapájaros, estuvo hablando con María Fernanda, quien aceptó su propuesta de contestar algunas preguntas antes de llegar a Colombia, para que lentamente todos fuéramos armando nuestro rompecabezas. Compartimos con ustedes sus respuestas para que se animen a indagar más en esta historia. 

Leila: El título de tu libro nos propone una verdadera fascinación. ¿Qué inspira para ti la palabra “rompecabezas”, con qué la asocias y por qué fue la escogiste para el título?

María Fernanda: El título Rompecabezas surgió casi al final de la edición de la novela. Hubo otros títulos provisorios, pero ninguno me convencía. Entre las opciones, surgió ésta con fuerza, y junto con la editora del libro, Violeta Noetinger, pensamos que era una palabra que sintetizaba muy bien el conflicto central, como lo dice Mora: “un rompecabezas al que le faltaran las piezas”.

Un rompecabezas invita a pensar las partes por el todo, a poner el foco en cada fragmento, en cada encastre, en cada hueco, buscando el sentido de una figura que no se puede ver en forma completa, como una sucesión de árboles mirados de cerca que no permiten ver el bosque. En la novela Rompecabezas, Mora junta las piezas, construye, deconstruye y reconstruye las escenas de su vida, pero hay algunas que faltan, verdaderos agujeros negros en su vida: silencios, huecos, cuerpos que no están.

Leila: ¿Es la historia de Mora un guiño autobiográfico remitente a tu propia vida?

María Fernanda: La novela no es autobiográfica, no está basada en una historia real (como por ejemplo sí lo hacen Laura Alcoba en La casa de los conejos,  Raquel Robles en Pequeños combatientes o Paula Bombara en El mar y la serpiente), pero sí representa hechos que me pudieron pasar a mí o a cualquiera de mis compañeros en esa época. Es un relato posible y verosímil para mi generación -los que fuimos niños en los ´70 y adolescentes en los ´80-, atravesada por la Dictadura y la Guerra de Malvinas.

Pero sí hay un ambiente, un “espíritu de época”, que está totalmente colmado de recuerdos propios y ajenos, testimonios, canciones, publicidades, dichos y no dichos, lecturas, escenas escolares, para lo cual apelé a mis anécdotas personales, realicé varias entrevistas y recurrí a la investigación.

Leila: Al hacer la lectura, sentí que la incógnita que rodea a los padres de Mora puede verse como algo paralelo a las múltiples incógnitas de la edad adolescente, un momento que implica una gran búsqueda con uno mismo, no siempre fácil… ¿Cómo percibes tú ese tránsito entre niñez y adultez? ¿Cuáles son las herramientas más importantes para sobrellevarlo?

María Fernanda: El tránsito de la niñez a la adolescencia me resulta interesantísimo. Creo que hay algunas edades en la vida en las que las cosas cambian y todo está por suceder: los 11 (la edad de Mora) representa para mí ese salto, ese momento de duelo que es dejar la infancia y vislumbrar que adelante hay otra cosa. Hay dolor y aventura. Hay poder y rebeldía. Por eso me gusta tanto Alicia: la curiosidad, la caída al pozo, el cuerpo que crece desmedidamente, el traspasar la puerta, la transgresión a las normas, ir al otro lado del espejo, o descubrir un mundo diferente al propio…  En cuanto a los padres de Mora, hay un vacío por las ausencias que debe completarse, porque la desaparición es aún más terrible que la muerte, y solo puede lograrse si se cumplen tres conceptos: verdad, memoria y justicia. Dice Mora: “Lo peor no es la muerte —le confieso—. Lo peor es la espera. Por eso odio el suspenso, las historias con finales abiertos, esas que ponen continuará”.

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