Los invitamos a leer el artículo de Mariana Salvi, «Infancia profesionalizada», que se pregunta por los motivos que han llevado a que características como ser distraído, lento o muy activo se consideren patologías y a que se medique a los niños que expresan síntomas de angustia.
Mariana Salvi, la autora, es psicóloga y forma parte del equipo del Instituto de la Infancia de Barcelona.
Salvi trabaja en el ámbito de orientación a familias en espacios de crianza y escuelas, e impartiendo talleres y charlas formativas para padres, madres, educadores, maestros y profesionales del ámbito de la infancia y la educación a través de diferentes programas que el Departamento de Bienestar Social y Familia de la Generalitat de Catalunya desarrolla en todo el territorio catalán.
El artículo fue publicado en la revista Anales de la educación común, de Buenos Aires. Compartimos con ustedes un fragmento, para que se animen a leer el texto completo:
«[…] El juego pertenece al mundo del placer y el placer no puede vivirse bajo control. Esto que parece muy sencillo pensado en placeres adultos, resulta difícil concedérselo a los niños. Para vivir una experiencia propia, el niño necesitaría tener suficiente libertad, tiempo libre para disfrutarlo y un espacio disponible.
Casi todo lo que los humanos hacen, saben, piensan, esperan o temen ha sido experimentado, practicado o al menos anticipado durante la etapa del juego infantil. El científico juega con sus observaciones, el filósofo con sus concepciones del mundo, el artista con los materiales, la bailarina con su danza, el comerciante con las ideas de venta. Los contextos educativos deberían habilitar y sostener esos espacios de aprendizaje y experimentación, ofrecer confianza y un tiempo disponible donde jugar acompañados en vez de controlados. No podemos ser nada sin jugar a serlo.»