El sueño y la vigilia en «La mujer de la guarda»

Por: Yolanda Reyes

la mujer de la guarda
Como un telón que se abre e introduce a los espectadores en el mundo propio de la obra de arte, así comienzan las ilustraciones de La mujer de la guarda a mostrarle al lector un mundo bitonal, que acompañado solo por el azul, evoca al mundo de la noche con sus reflejos de la luz de la luna. En este mundo empiezan las palabras a traer los sueños. Impregnado todo por un tono de nostalgia y de recuerdo, se presentan frente al lector historias también bitonales que se mezclan, como el sueño y la vigilia.

Es la historia de una niña y sus dos hermanos que perdieron a su madre y es también la historia que ella inventa para que sus hermanos, en la noche, puedan dormir. Eventualmente, en la primera historia, aparece la mujer más bella del mundo y su caballo azul, siempre para aliviar momentos críticos. Simultáneamente, en tinta azul, se cuenta la historia que Jacinta inventa para sus hermanos; la de unos niños que huyeron de su casa porque está habitada por seres extraños.

Las ilustraciones del comienzo, fragmentadas, muestran solo desencuentros. La imagen de una mujer acostada cuya cara es cubierta por una flor es la imagen que abre la historia solo para ser seguida por bosques y lugares que parecen ser producto de la fantasía que, mientras que dejan ver unos ojos enormes, esconden y parten a los personajes. En el desencuentro de la muerte se mueve la primera historia y como un reflejo de esta, la segunda, que parece empezar siempre en la ausencia del padre y cuando llega la noche.

En la primera de las historias se cuenta la vida rutinaria de Jacinta y sus hermanos que, con la ausencia de la madre, se acomodan a una casa donde queda el recuerdo del sonido de la cuchara chocando contra el vaso mientras su madre revolvía la leche. Cuando su padre está, la casa se llena de risas. La otra parte del tiempo, en la ausencia de ambos padres, la casa empieza a ser habitada por palabras y una historia, que como el reflejo de la luna en las ilustraciones, está escrita en azul. Esta segunda historia es una historia de la huida, la del sentimiento del extranjero que fue expulsado de su casa y no tiene lugar. Así, mientras que en la historia azul uno de los niños intenta recuperar su tuto, Jacinta y sus hermanos visitan una casa extraña, la del niño de la esquina, donde la mamá les ofrece galletas y los tres hermanos solo quieren escapar a su casa , “animada por personajes imaginarios, enredaderas que subían hasta el cielo… un espacio donde podía aparecer una anciana mujer con un caballo azul que trajera tranquilidad en un cuenco y que llenaría de calor las horas oscuras (50)”. Cada una de las historias es reflejo de la otra y su interconexión está dentro del mundo diegético y fuera de este, físicamente puesta en el libro, por su edición. No se trata entonces de un libro que contiene al otro, ni de un espacio dentro del otro, sino de dos historias que habitan el mismo lugar, como la sombra y la luz.

La mujer de la guarda aparece de nuevo al final del libro, cuando uno de los hermanos de Jacinta está terriblemente enfermo. Esta primera historia se resuelve en la unión, no solo cuando la abuela lleva a los niños al hospital, sino cuando la voz de Jacinta y sus historias encuentra un oidor, su abuela. La historia en azul también se resuelve en este momento, cuando Ellos, los seres extraños, salen corriendo de la casa alegando que está llena de fantasmas y los niños comprenden que ya “no abría necesidad de hacer maletas, que podrían disponer de ese rincón como se les diera la gana, porque en adelante la casa sería de sus hermanos, suya y de nadie más” (74). Termina el libro entonces en la unión y la recuperación de un espacio, en el retorno al hogar, de la casa física y de las palabras. Las ilustraciones del final, también bitonales y azules, aunque muestran lugares similares a los del comienzo, está vez están habitadas por más creaturas azules, ya no fragmentadas sino unidas. El telón se cierra con el encuentro.

La mujer de la guarda, que hace unos días ganó el prestigioso premio New Horizons de la Feria del Libro de Bolonia, hace parte de la colección Frontera Ilustrada de Babel. Las ilustraciones de Alejandra Acosta, el texto de Sara Bertrand y la estructura narrativa dialogan para contar esta historia en la que la tristeza y la ausencia abren un campo para que el ensueño juegue con la realidad.

 

Daniela Vernaza Civetta

Bertrand, Sara. La mujer de la guarda. Trans. Alejandra Acosta. Bogotá : Babel , 2016. Impreso.